Pasó caminando cerca y el típico juego de miradas al que lo tengo acostumbrado lo hizo venir a saludarme. Yo estaba sentada y él de pie, justo a mi lado.
Fue entonces cuando comenzó a bajar lentamente para darme un beso, pero había algo en su movimiento que me hizo dudar y sentir que ese beso no iba a la mejilla como siempre, sin embargo mi cuerpo ya estaba inmóvil y esperando por él con los ojos cerrados.
Tal vez se dio cuenta de mi reacción y se detuvo justo cuando su rostro estuvo frente al mío para observarme por unos segundos, sentí su respiración y una extraña sensación en el pecho, aquello que los enamorados llaman mariposas en el estómago. Se acercó más, rozó su labio levemente con el mío y cuando lo único que quería era que lo concretara... se alejó y se fue.
Fue ahí cuando comprendí, que ya había aprendido bien y esa fue su manera de demostrármelo....jugando conmigo
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